lunes, 31 de mayo de 2010

Te digo al oído que me encantaría que hoy te dedicaras a hacerme quejar y reir.Te lo digo como jugando, como para decir algo, porque contigo nunca se sabe. Te ries tú, tomas un trago largo y te ríes, dejando el vaso a mi lado, cerca, rozándose las mejillas, los brazos, las piernas. Me miras y no me dices nada. Y te vas a otra escena, con otras gentes y no me vuelves a dirigir ni una mirada si quiera.

Avanzada la noche y luego de un largo silencio, vienes.
Vienes con esa mirada tranquila, inmutable. Cuando me abrazas,me sobornas con la firmeza de tu entrepierna y no me resisto ¿cómo hacerlo? Me tomas de la mano, me despido con la mirada de la escena al pie de la escalera, apenas alcanzo a tomar mi bolso. Subimos al auto, que empieza a andar tan rápido, cuando no me doy cuenta ya estamos al pie de la otra escalera.

Te entrego mis pechos, que te miran deseosos de tus atenciones,y en esa sensación de entre sueño;recito oraciones mientras me recorre ese vaivén hacia tu cuerpo, mientras busco, encuentro y mimo tu cuello y pecho húmedo. Abro los brazos, te brazo, se me ocurren nuevas maneras de también agradarte, agradecida d elas atenciones y de las risas. Agraciada por tus ojos que me miran.Adormecida por el vaho del placer que me recorre cosquillosa y delirante.

Entras y empiezas a decir como la misa,una serie de frases, pero no entiendo todo. Escucho un silencio tan agradable. Me río y te digo a todo que sí.

Duermo desnuda, abrazándote la espalda.

2 comentarios: